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La peor frase del mundo

13 Mar

cuidadín

No hace falta que sigas, en serio, puedes dejar de leer esto ahora mismo y te habrás ahorrado un disgusto. Hazme caso.

¿Sigues ahí?, no me lo puedo creer. La primera vez que la oí nadie me advirtió y tú aún estás a tiempo de cerrar este post y esperar al siguiente.

¡No continúes, nunca volverás a ser el mismo ni mirarás al mundo con ojos inocentes!

¡Para insensato! ¿no? me lo temía, pues tú sabrás pero ya no está en mis manos, sino en las tuyas, así que yo me lavo la manos… en fin

«Si tú y yo acabásemos en una isla desierta, mucho tendrían que correr los monos»

Ves, te lo había advertido…

El Tarro de Ideas estrena web: la red hoy es un poquito más bonita

2 Ene

la web del tarro

La verdad que mola empezar el año presumiendo de formar parte de un proyectazo tan chulo como el de Gema y El Tarro de Ideas aunque sea en forma de colaboración junto a ella en el diseño de su pedazo de página web. Ayudar a esta emprende(d)ona (mi amiga) llena de energía, ganas y sonrisas a dar forma a parte de su sueño ha sido un placer y a la vez he aprendido un montón. Desarrollada por Sioseo y con esos impresionantes montajes fotográficos con los que te da la bienvenida hechos por Jmklhandmade tengo que reconocer que la página es una maravilla.

Ahora ya está colgada en la red y podéis dar un laaaaaargo paseo por todo lo que os ofrece, que es entre bonito y rebonito. Os convertiréis en tarreros si no lo sois y si lo sois, ya sabéis de lo que os estoy hablando.

Gracias Gema por hacer un poquito más bonito navegar por la red (empieza el paseo pinchando aquí)

La camisa que quiso aprender a nadar

28 Sep

10:04 reunión con clientes en Velázquez y en un ataque de lucidez sin luces decido ir andando, a pesar de la lluvia que lleva cayendo en Madrid desde anoche, para estrenar mi chubasquero molón. Así empieza todo.

A mitad de camino empiezo a notar que mi camisa está menos seca que algunas aceras de Chamberí y las gotas empiezan a correr por el cogote a pesar de la estupenda capucha.

Tratando de evitar semáforos atravieso por el puente de Ruben Darío (otra maravillosa idea que me apunto) sin contar con la cantidad de agua que allí se acumula. Para que no haya tanto charco, los coches los vacían según pasan consiguiendo la estupenda carambola de empapar a tres personas a la vez (entre las que me incluyo). Ahora los vaqueros se asemejan a un bañador largo.

Una vez en el lugar que he quedado antes de la reunión y bajo un soportal, me quito el cacho de plástico con mangas que llevo (llamarlo chubasquero como que no) y descubro que puedo entrar directamente en un concurso de camisas mojadas sin pasar por la fase previa de clasificación.

Llega mi compañera y decidimos que antes de que comience la reunión intente arreglar el desaguisado. Voy al baño y trato de secarme con 1.232 toallas de papel pero hacen entre poco y nada. Me quito la camisa y la cuelgo… parece una bayeta. La solución está en comprar algo que esté seco (mojado ya lo pongo yo). Aprovechando que el inicio de la presentación se retrasa un poco, me deja su paraguas (de lunares morados) y rumbo al Corte Inglés de Serrano caladito hasta los huesos a por algo que ponerme. Una vez allí, a la planta de ropa de hombres donde nada baja de los 80 euros… ¿alternativas? ir a Zara. Pues eso, el buscador me manda calle arriba, a un Zara Home, veo en el escaparate una camiseta de manga larga y decido que menos es más. La cara de la dependienta es un poema cuando ve entrar a un Bob Esponja con camisa a rayas pidiendo algo calentito que ponerse. Me acompaña a la planta de abajo donde con carilla de pena me va enseñando posibles soluciones. Al final, un jersey azul de algodón que me tengo que probar en sus baños porque allí lo de probador como que no, así que una vez puesto, a pagar a la caja con la prenda puesta y su antirobo colgando.

«Te queda muy bien» me dice con una sonrisa de compasión mientras me da una bolsa para meter mi camisa-fregona. Mientras, me han llamado para decirme que la reunión ya ha comenzado. Me quitan el antirobo con el jersey puesto (mucho más complicado de lo que parece) y después tengo que esperar unos diez minutos mientras una señora espera a que le envuelvan cientos de vasijas, jarrones y demás cosas empaquetables. Por fin pago y salgo de nuevo a la calle y corriendo a ver al cliente.

12:17 salgo de la reunión y no cae ni gota de agua… creo que están todas en la camisa que llevo en la bolsa.

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