Recuerdo hace años (ya muchos la verdad), un fin de semana fuera de Madrid para celebrar una despedida de soltero que acabó de forma bastante accidentada sobre todo para un amigo mío y los tres que estábamos con él (4 descerebrados no suman 1 cerebro). Y hasta aquí puedo escribir.
Cuando volvíamos a Madrid el silencio imperaba en el coche contrastando radicalmente con el viaje de ida, que había sido todo risas y especulaciones por lo que prometían esos días. A medio camino, mi amigo, serio por lo que estaba por llegar en forma de bronca en casa y demás consecuencias, me miró y con una media sonrisa me dijo «¿sabes lo bueno? que dentro de unos años nos reiremos contando lo que nos ha pasado». Asentí con la cabeza y sonreí porque tenía más razón que los ratones coloraos.
Hoy, que podemos no ver muchas veces la luz al final de tanto túnel, esa frase la llevo tatuada en mi memoria: porque es verdad, porque es así y porque la dijo mi amigo.