Esta primavera parece que se está resistiendo a hacer acto de presencia, tal vez está tristona porque ya no puede lucirse en las terrazas de General Álvarez de Castro, un pedacito de Chamberí que podía presumir de aceras anchas y doble arboleda que aportaban al noble arte del aperitivo un lugar excepcional.
La Mina, abierta desde 1946, ese sitio donde los botellines de Mahou estaban helados, siempre acompañados de sus patatas fritas, sus olivas y conocido por sus gambas a la plancha ha cerrado. Su dueño, amable y con ese don de saber perfectamente cuando era necesaria su presencia ha llevado el negocio a otra zona, dejando una triste y gris acera huérfana de sus mesas y sillas de aluminio. Cierto que la palabra glamour y este local jamás fueron de la mano, pero a quién le importaba si el solecito acompañaba al primer trago.
La terraza del Terranova, el alemán de la 10 ginebras y mil cervezas, famoso por sus pantallas para ver a Iniesta marcar un gol en pleno verano, ensayos en el 5 naciones (lo de 6 se lo dejamos a los jóvenes), derbis, salchichas, patatas… Cerró a principio de año por vacaciones y así sigue a finales de marzo.
La Mina, el Terranova y algunos terrazas más han dejado su sitio a la nada. Ahora todo queda en manos de clásicos como el Oh! Mandril que esperemos aguante en su esquina muchos años y de la bienvenida a una nueva y maravillosa competencia de terrazas que una vez fue este cachito de mi barrio que tanto quiero.
Y mientras, el general, brinda por los camaradas que un día compartieron su destino.