La Laurel es una, pero hay mucho que descubrir, eso es lo que hace tan grande este pedazo de Logroño que quien no conoce y sabe de su existencia muere de envidia. La Laurel son bares de tapas pared con pared, complementarios entre ellos, porque uno de los secretos que le hace tan especial es que cada sitio tiene su pincho, su tapa estrella y lo mejor es descubrirla o beber en el intento.
Ahora me toca decidir a mi por qué sitios hacemos la ronda, mañana ya si eso, decides tú.
Como veo que hay hambre y hay que esperar al resto, empecemos en el Tío Agus (el bar) pidiendo un crianza, cientos de servilletas y su espectacular y homónimo Tío Agus (el bocadillo), y que chorree su salsa entre tus deditos para que el primer mordisco te descoloque y seas consciente de dónde estás ¡viva Logroño! (pensarás por lo bajini). ¿Te has limpiado bien? acábate el vino que hay que cambiar de tercio.
Ahora toca Juan y Pínchame y su brocheta de piña y langostino. No me mires así si aún no la has probado y si te encuentras entre los afortunados, sabes de qué te hablo. ¿Quién demonios le dio la idea para hacer ese pincho? ni idea, pero brindemos por su creador.
Giramos a la izquierda y nos dejamos caer rumbo al Sebas, un bar pequeñito en tamaño pero con unas ¿20? ¿30? ¿40? referencias de vinos por copas y una tortilla de patatas más que rica (con alegría riojana pa’ que pique). Disfruta con calma esta ronda porque hay que dejar sitio para lo que aún está por llegar y te puedo asegurar que con el paseo no te va a dar tiempo a que baje.
A unos escasos 15 metros tenemos Las Cubanas pero no te distraigas con lo que hay puesto en las pizarras de la pared, aquí hay un objetivo claro y no debes dejarte engañar: el cochinillo… perdón, quería decir «el bendito cochinillo», con esa corteza crujiente, esa salsa para mojar pan (ni se te ocurra no hacerlo), esa carnecita tierna que hacen que con un buen Rioja, las penas sean menos y el gusto sea vuestro.
Parece que ya por hoy hemos terminado ¿no?. Pues te equivocas, es el momento de quitarnos esa poquitita de gula que aún nos queda (alabada sea) y cerrar la ruta en La Anjana con su pincho de bacalao con provolone que de ligero ni se nota y si eres de dulce, tienen unas bolitas de chocolate con crema de orujo que pueden quitarte el antojo.
Y ahora a tomar una copa y es bastante probable que si estás con gente de allí, el tema de la comida vuelva a salir: que nos hemos dejado este o el otro, que si los champis del Soriano, que si las bravas son mejores en El Jubera o en La Taberna del Laurel… pero eso ya será mañana y otro el que decida la ronda que hacer mientras, brindo por La Laurel y por mi gente de Logroño ¿y agua? la que lleve el vino.
Bonus track: no podía dejar de hacer mención al Perchas y su increíble oreja rebozada, porque está muy buena, es su especialidad y son del Atleti.