La ruta 66 es Estados Unidos, 2.500 millas por recorrer, rectas interminables, gasolineras desiertas, coches abandonados y otros que siguen su camino. Es el mejor filtro de Instagram que existe, un recuerdo conservado para hacerlo historia, coches clásicos que parecen cuadros, museos imposibles, un veterano de guerra que comparte un pedazo de su vida que hace mejor la tuya. Es beber una Bud fría, una Blue Moon con gajo de naranja, hamburguesas en San Diego, tacos en Nuevo México, enormes desayunos, sonrisas de camarera, propinas a definir, aros de cebolla, bacon a todas horas y «A Teeneger in Love» sonando de fondo. Son hoteles de carretera, camas tamaño king size, planchas en los armarios y microondas junto a la tele. Son sombreros de vaqueros, gafas de sol, botas de montar y cuchillos colgando del cinturón. Es cambio de estado, de horario, de idioma, de ideas, sin cambiar el destino final. Es una alerta de tornado, el weather chanel, lluvias, postes arrancados, casas sin electricidad y familias enteras cambiando su casa por una habitación de hotel por necesidad. Es levantarse al amanecer, coger el coche y conducir rumbo al siguiente punto parando donde nunca pararías. La ruta 66 no son las vacaciones, es El Viaje.
Ruta 66: el viaje
20 JunSylkar: ¿la mejor tortilla de patatas de Madrid?
3 Jul
Amanece en Madrid, es sábado y por delante nos espera un día azul de esos bonitos (invierno o verano, da lo mismo).
Apetece desayunar fuera de casa, apetece desayunar salado y si tienes suerte como es mi caso, muy bien acompañado.
Las gafas de sol, paseo tranquilo mientras vemos que los kioscos van recibiendo a los primeros clientes y el solecito recarga las pilas.
Llegamos al Sylkar (Espronceda 17, Madriz) y allí está la dueña con esa sonrisa perenne. Das los buenos días tanto a ella como al resto de los parroquianos y te acomodas en una de sus tres mesitas.
Pides un par de pinchos de tortillas con ¿un café? ¿un zumo? ¿una coca-cola zero? lo que te apetezca, y al rato aparece esa maravilla amarilla poco cuajada, acompañada de su pedazo de pan con la promesa de que esta vez volverá a estar igual de rica o mejor que la última vez que la probaste.
Llega ese primer pedazo que sabe a gloria, lo acompañas con la sonrisa de quién te acompaña porque piensa exactamente igual que tú y siempre, la primera frase después de volver a probarla hace referencia a lo buena que está hoy.
Entonces la conversación gira en torno a otras cosas, tonterías, recuerdos de la noche anterior o tal vez abres uno de los periódicos que tienen y comentas no se qué cosa y el desayuno transcurre plácidamente como deben de transcurrir los desayunos cuando amanece en Madrid un día azul de esos bonitos y te apetece desayunar fuera con la mejor compañía que has tenido la suerte de tener.
Y entonces es cuando tengo que decir que para mi, la tortilla del Sylkar es la mejor tortilla de Madrid.
La primavera ha llegado a la ciudad y no sabes lo bien que me (nos) sienta*
11 May…
El cielo azul , el sol testigo, las mangas cortas, las faldas también, sonrisas buenas, sonrisas pícaras, sonrisa dada, sonrisa devuelta, gafas de sol, terracitas, cerveza fresca, tinto de verano (con casera o con limón), nórdicos al tinte, bañadores a la vista, toallas con olor a suavizante, ventanas abiertas, moreno a ras de piel, piscinas, hola a las olas, tardes alargadas que se funden con la noche, Madriz en la estación que mejor le sienta, planes para el verano, planes contigo, las nubes se levantan, los pajaritos cantan y la felicidad de las pequeñas cosas gana por fin la partida.
Debo de reconocerlo, tengo la sangre alterada.
*El título del post se lo he cogido prestado a Delafé y las Flores Azules… a cambio todos debéis ser un poquitín más felices