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Pan de lujo: dámelo y dime listo

8 May

patetesPan: blanco, de leña, de queso, de aceite, de tomate, de cebolla, de hogaza, brioche, de centeno, con aceitunas…

De lujo: la decoración, la iluminación, los patos gigantes, los tomates semisecos (impresionantes), la terrina de foie sobre sobaos pasiegos (en serio, no me he vuelto loco, desde esa noche imprescindibles), el revuelto de carabineros (sabroso), la tarta de queso y jengibre (ricaaaaaaa), las raciones generosas para compartir con los que tengas la fortuna de disfrutar la mesa, el servicio agradable, el ambiente, su precio más que razonable.

Pan de lujo (Jorge Juan 20, Madriz) se acaba de convertir, por derecho propio, en uno de esos sitios que hay que repetir para seguir descubriendo todo lo que ofrece su carta y confirmar que esta antigua fábrica de pan es un lujo al alcance. Así da gusto enfilar la primavera.

¿Con quién ir? con tu pareja, con amigos, de noche ¿por cuánto? de 35 a 45 euros sobre todo si eres de los que piensan que compartir es vivir (y probar)

Burgos: 2 estaciones y 5 paradas

28 Nov

Dicen que en Burgos no hay más que dos estaciones: el invierno y la estación de ferrocarril. Viendo nevar hoy puede que no sea tan exagerado el dicho popular, así que habrá que hacer algo para calentar el espíritu ya que del cuerpo se ocupan los abrigos, gorros, guantes, bufandas y demás.

Parece que refresca, así que hagamos un recorrido de esos que se van animando según cumples etapas:

Empecemos por  El Polvorilla (Plaza de la Libertad, 9) pidiendo un Caribe  (mango, micuit y flameado de azúcar moreno) acompañado de una Mahou fresquita (por eso de equilibrar temperaturas) ¿qué te apetece otra cosita? Mar y Tierra puede ser la opción (Vinagreta con una ensaladilla de bogavante y langostino) o mira la barra que parece que por opciones no va a ser.

!Ala! toca volver a ponerse los abrigos aunque creo que de momento el gorro sobra. Vamos para el clásico entre los clásicos: el Pancho (San Lorenzo, 15). Busca hueco al fondo que parece que hay sitio y vuelve a desmontar el campamento que llevas por ropa de abrigo. Frótate la manos y pide a uno de sus ¡seis camareros en barra!, el pincho burgalés por excelencia: el cojonudo (chorizo picante, huevo de codorniz y pimiento) o su variante la cojonuda (aquí la prota es la morcilla ¿de dónde? de Burgos). También puedes cambiar de palo y pedirte un tigre (un mejillón relleno que está rico-rico) con sus gotitas de jerez.

Seguimos entrando en calor, decidimos cambiar de tercio y pasar por un sitio de apariencia un poco cutre pero con unas bravas en su interior que merecen mucho la pena (con el paso del tiempo he descubierto que el tema de las bravas y como deben ser va por barrios). La Mejillonera (Paloma, 33), ese sitio donde sales casi con el mismo dinero que con el que entraste, pero con el saborcito rico de las patatas que acabas de comer y esa misteriosa salsa que tan buena estaba.

Ahora apetece un vino rico acompañado de una tapa buena, pues a escasos metros tenemos el Rimbombin (Sombrerería, 6) con alrededor de 20 referencias de vinos por copas y una barra de esas que ponen para que repitas y repitas y repitas… ¿dudas? su alpargata es un acierto fijo que te dejará más que feliz.

Parece que ya casi no hace ni frío, así que un paseito para rematar en «la Barra» con mayúsculas: la Favorita (Avellanos, 8). Aquí es dónde hay que satisfacer  todos los antojos que han ido apareciendo por el camino y saber que tu pincho va a estar bueno, pero el que elija tu amigo va a estar mejor seguro. Déjate llevar y si ves el cucurucho de mejillón, lánzate a por él, o tal vez prefieras su foie fresco ¡adelante!, ¿quieres probar su cocktail de cecina y tomate fresco? ¡a por ello! o el pincho ese que acaban de sacar que tiene pintón y pedirás aunque no tengas ni idea de que demonios contiene… acertarás fijo. Mención aparte merece dejarte un huequecito para compartir entre todos sus increíbles mollejas a la brasa: las mejores que he probado en mucho tiempo y que merecen los 25 minutos que tardan en prepararlas.

Sales a la calle y parece que sobran los guantes, la bufanda, el gorro y te dejas el abrigo para que nadie piense que estás loco. Volvamos dando un paseo que parece que se ha quedado un día estupendo.


Martes y 13 en la cocina

13 Nov

Este post no va de las empanadillas de Móstoles, pero casi. Va de 13 maldiciones que te puedes encontrar a la vuelta de cualquier bar de tapas, gastrobar o restaurante que se considere molón y son síntomas inequívocos de mala suerte:

1) La cabra representa al anticristo:  su leche en forma de rulo se usa hasta el infinito en canapés, ensaladas, filetes, foie, pinchos, otros pinchos, más pinchos…

2) La dulce cebolla que hace llorar: si algo no tiene excesivo sabor metamos un poquito de cebolla caramelizada por aquí, otro poquitín por allá y hasta en el postre, que le da un toquecillo diferente a todo.

3) La increíbles mini hamburguesas crecientes: abres la carta y las hay a decenas ¿a decenas? ¡que dices! a cientos… me quedo corto ¡a miles! con interminables e inimaginables combinaciones que superan la imaginación del más osado.

4) El buey que se multiplica: ¿en serio hay tanto buey en España para tanto entrecot, hamburguesa, carpaccio, chuleta o steak tartar?

5) La multiplicación de los panes y los peces atunes ¿rojos?: el pescado que cambia de color una vez lo ponen en la mesa.

6) El agua que se convierte en vino y el vino que se convierte en oro: 2 copas de vino que te cuestan lo que la botella y las sirven que parecen que están vacías.

7) ¡Pan! esto es un atraco: cuatro trozos de pan correoso, unas aceitunas y los cubiertos se pagan aparte, como las maletas de RyanAir.

8) La mesa llena: te traemos lo que habéis pedido de golpe a ver como os organizáis para que os entre todo y no se os enfríe nada ¡pardillos!.

9) El foie que era micuit, el micuit que era paté y el paté que era Apis: todo esto a precio del primero.

10) La reducción de PX: un buen chorretón para juntar el rulo de cabra, la cebolla confitada y el ¿foie?.

11) Soy camarero y no estoy aquí para servirte: pues eso, que te habías creído.

12) Soy camarera y no estoy aquí para servirte: pues eso… y además estoy estupenda.

13) Entrar en un sitio que tengan las 12 primeras y encima haya una actuación en forma de travesti sin gracia… ¡ZAPE!

Cisne Azul: donde ser seta está muy bien visto

16 Mar

Al lado de la plaza de Chueca (en concreto en Gravina 19), hay una bar que si lo ves desde fuera jamás pensarías lo que te pueden ofrecer dentro. Si te asomas y eres buen observador, te resultará extraño que en ese sitio tan poco moderno de la zona, cada mesa (no muchas, lástima) tenga unas estupendas copas de vino poco habituales en un local de barrio. Entra, merecerá mucho la pena.

Una vez dentro y si tienes suerte, pide mesa (no seáis más de cuatro porque puede ser complicado). Sentado y con una cervecita fresca en la mano, abre la carta plastificada y descubre la enorme variedad de setas que te ofrecen: boletus con yema, lentinus con foie, trompetas de la muerte, angulas de monte, colmenillas… y después que te digan si tienen alguna más fuera de carta. Si hay hambre, el acompañamiento perfecto es su lomo de buey que ayuda a pasarla aunque también tienen ensaladas, embutidos… eso si, merece la pena pedir un buen vino de acompañamiento y aquí es donde vuelven a sorprender con una carta muy variada para lo que te podías esperar en un principio.

Una vez acabada la comida, un higo con chocolate para endulzarte de parte de la casa y una sonrisa que te durará toda la tarde.

Dos cosa muy importantes: la primera es que no reservan (a partir de las 2 de la tarde se llena enseguida, así que recomiendo tratar de llegar un poco antes) y la segunda es que no admiten tarjetas de crédito (llevar dinero contante y sonante).

¿Con quién ir? con amigos ¿por cuánto? entre 20 y 30 euros

Ahora toca que lo descubráis los que no lo conocéis y que repitáis los afortunados que ya habéis estado.

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