«Aunque parezca un flyer… es nuestra carta. No te la lleves porfa»*
(pausado) Entras en el Corte Inglés de Callao, a través de las diferentes marcas de perfumes te diriges hacia los ascensores que se encuentran al fondo, la gente espera. Marcas la planta 9, te das cuenta que no eres el único y esperas a que se abran las puertas. ¡Ding! ya estás allí, a la izquierda los grandes reservas se mezclan con aceites aroma a trufa, dulces, ginebras… y al fondo ves lo que se te antoja como unas estupendas vistas del cielo de Madriz, hacía allí que vas, dejas a un lado una cafetería, Hamburguesa Nostra y de repente, justo al lado, llegas al sitio al que ibas desde un principio: StreetXo.
(¡¡¡¡ACELERADO!!!!) Musicón alto, luces blancas, una cocina en mitad de la barra y cinco… perdón, seis cocin… ¿de dónde demonios ha salido el tipo que lleva una antorcha y baila entre ellos? ¿son siete entonces?. Uno de ellos se acerca, te deja una fotocopia a modo de carta y te pregunta qué quieres para beber, lo haces y acto seguido te sirve. ¿Vais a comer aquí o vais a mesa? Creemos que el espectáculo ahora está en los fogones, así que nos acodamos en la barra. Pasa un rato, tienes claro lo que quieres y vas a pedir y… ¡llamas de dos metros en el wok del fondo! todos tranquilos porque el tipo que lo controla se lo está pasando de maravilla. Se te acerca otro cocinero, toma nota y deja el pedido sobre la mesa. Cada 30 segundos uno de ellos se acerca, consulta lo que has encargado y pregunta como va. Parece que ya llega lo primero, papel de parafina sobre el que terminan el plato mientras te cuentan qué lleva, al minuto llega el siguiente y al poco después el último que pedimos. Los cubiertos y palillos en un cubo al lado y sírvase usted mismo. El espeto de pollo pekinés, tuétano con cocotxa y ñoquis de arroz es lo que te estás comiendo y está estupendo, mientras, que el ritmo no pare. Llega más gente y agradeces haber estado allí una hora antes. Y siguen saliendo platos, y más llamaradas, y la música sigue marcando un ritmo brutal. Pides la cuenta y dos salimos por 37 euros y mientras pagas, te das cuenta que hay tipos locos como David Muñoz capaces de crear (y meter) algo así dentro del gourmet de el Corte Inglés y llenar hasta la bandera. Ole.
(pausado) Según sales de StreetXo, el musicón desaparece y vuelve el murmullo tranquilo de unos grandes almacenes. Te acercas a los ventanales que dan a la Gran Vía y te vuelves a enamorar, un poquito más si cabe, de una ciudad como Madriz, la ciudad donde se mezcla lo pausado y lo acelerado sin que uno se de cuenta que es lo que le pide el cuerpo corazón en ese momento.
*Frase al final de la carta de StreetXo y que lo resume todo.