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Arzábal: LA TABERNA

13 Sep


Una buena taberna es aquella que vas con tu gente, te dan los buenos días al entrar, el trato es cercano y profesional, el producto de temporada, tiran bien las cañas, hay buenos vinos, las raciones son variadas, tienen pocas mesas pero bien puestas, comes bien, te sientes como en casa y sabes que volverás pronto, ya sea a barra o a salón. Todo eso y un poco más es Arzábal (Doctor Castelo 2 – Menéndez Pelayo, 13 / Madriz).

Una taberna que ha crecido y ahora son dos (a escasos metros una de otra), donde te reciben siempre con una sonrisa, los productos de temporada marcan la carta (la última vez no pudimos disfrutar de su increíble carpaccio de boletus y sus alcachofas fritas así tendremos que esperar unos meses y volver), la caña es de Mahou y la oferta de vinos tanto en copas como en botella es apabullante.

Mesa reservada con unos días de antelación y una vez sentados mira a ver que te apetece, eso si, para que la espera sea más llevadera mientras decidís que queréis, un poco de mantequilla marca de la casa. ¿Ya tienes claro que pedir? no mientas, no sabes si tirar por las croquetas de ibéricos o las de boletus, si steak tartar o espeto de sardinas. ¿Tomate laminado? es temporada. Pensáis en aprovechar la opción de las medias raciones pero aún así se os acumulan las posibilidades. Alguien sugiere que las anchoas y otro que no estaría nada mal el salteado de arroz con aroma de trufa. ¿Patatas a la importancia? comentas, pero uno que consideras tu amigo hasta ese día contraataca con la ensaladilla. Todos de acuerdo en el lomo de carne roja ¿verdad? y así hasta que lográis llegar a un acuerdo y pedís. Ahora toca decidir el vino (o que os recomienden alguno, así acabáis antes) y empezar a disfrutar… eso si, atendidos por unos camareros jóvenes que son de lo mejor que he visto en mucho tiempo*.

Una vez hayáis arreglado el mundo (o casi) apetecerá tomar una copa tranquilamente en la mesa o si es por la noche, el Arzábal de Menéndez Pelayo cierra más tarde que su hermano mayor (aunque más pequeño en tamaño): es lo que tiene ser más joven. Seguramente allí, apoyados en un coche o charlando con algún cliente verás con sus camisas blancas, vaqueros y barba de cuatro días a Iván y Álvaro, las mentes pensantes de todo esto, que se mueven entre un local y otro para ver que tal va todo.

«Dentro de un año veremos que se nos ocurre hacer» nos dice Álvaro «y aquí estaremos» pensamos sin dudarlo, porque nos gusta lo que es y representa Arzábal: La Taberna con mayúsculas.

¿Con quién ir? con tu gente  ¿por cuánto? alrededor de 40 euros pero siempre puedes pasar por allí y tomarte una aperitivo, que no está nada mal.

* (me declaro fan total de la camarera que nos atendió, pero por desgracia no le preguntamos su nombre).

Una hora antes

22 Jun

-¿A qué hora has reservado?

– A las tres.

– Perfecto, pues nos vemos a las dos por allí.

Que levante la mano quién crea que esa no es la mejor manera de comenzar una velada perfecta, una comida entre amigos, una cena de pareja, una barbacoa en la sierra.

Llegan las dos en el bar de al lado, en la barra del restaurante, en el jardín de tus amigos. Y llegas tú, solo o acompañado, esperas mucho o son puntuales pero llegan, a pocos o de golpe.

– Ponme una par de cañas para los que acaban de entrar.

– ¿Te pido un blanco?.

– ¿Para quién era el vermut?.

– He abierto un par y están heladas.

Y se reparten besos, apretones de manos, abrazos, un guiño, cientos de sonrisas y otra ronda para los últimos a la que se apuntan los primeros.

– Así que todo bien…

– … mira el que siempre llega tarde.

– La verdad que me apetecía un montón venir a este sitio.

– Total, que hemos dejado a la peque con los abuelos.

Y te ríes, escuchas, te cuentan, preguntas, saludas, vuelves a sonreir, alguien te ve mejor que hace un tiempo, tu amiga te presenta al novio del que tanto te había hablado, enseñas unas fotos de los sobrinos, te enseñan las suyas, alguien pide ronda, otro mira el reloj y recuerda que hay que estar ya.

– Vamos que la mesa era para las tres.

– ¿Quién ha pagado?

– Te cojo el bolso.

– Vamos preparando los aperitivos.

Y marcháis pero esto no ha hecho nada más que empezar. Quedan muchas más sonrisas, elegir un vino, contar anécdotas mil veces repetidas, compartir postres, conversaciones, pedir esa copita bien puesta, ser feliz por estar bien acompañado…

Porque de eso se trata, de compartir buenos momentos con la buena gente que te apoya en los malos y saber que cuanto antes empiecen más los vais a disfrutar.

– Así que… ¿os parece que quedemos una hora antes?

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