…
-¿A qué hora has reservado?
– A las tres.
– Perfecto, pues nos vemos a las dos por allí.
Que levante la mano quién crea que esa no es la mejor manera de comenzar una velada perfecta, una comida entre amigos, una cena de pareja, una barbacoa en la sierra.
Llegan las dos en el bar de al lado, en la barra del restaurante, en el jardín de tus amigos. Y llegas tú, solo o acompañado, esperas mucho o son puntuales pero llegan, a pocos o de golpe.
– Ponme una par de cañas para los que acaban de entrar.
– ¿Te pido un blanco?.
– ¿Para quién era el vermut?.
– He abierto un par y están heladas.
Y se reparten besos, apretones de manos, abrazos, un guiño, cientos de sonrisas y otra ronda para los últimos a la que se apuntan los primeros.
– Así que todo bien…
– … mira el que siempre llega tarde.
– La verdad que me apetecía un montón venir a este sitio.
– Total, que hemos dejado a la peque con los abuelos.
Y te ríes, escuchas, te cuentan, preguntas, saludas, vuelves a sonreir, alguien te ve mejor que hace un tiempo, tu amiga te presenta al novio del que tanto te había hablado, enseñas unas fotos de los sobrinos, te enseñan las suyas, alguien pide ronda, otro mira el reloj y recuerda que hay que estar ya.
– Vamos que la mesa era para las tres.
– ¿Quién ha pagado?
– Te cojo el bolso.
– Vamos preparando los aperitivos.
Y marcháis pero esto no ha hecho nada más que empezar. Quedan muchas más sonrisas, elegir un vino, contar anécdotas mil veces repetidas, compartir postres, conversaciones, pedir esa copita bien puesta, ser feliz por estar bien acompañado…
Porque de eso se trata, de compartir buenos momentos con la buena gente que te apoya en los malos y saber que cuanto antes empiecen más los vais a disfrutar.
– Así que… ¿os parece que quedemos una hora antes?
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Etiquetas: amigos, aperitivos, barbacoa, caña, comer, comida, Mahou, restaurante, taberna, vermut, vino