La calle Ponzano bulle de gente a la hora del aperitivo, lo normal un domingo de sol y cañas. Las sonrisas empapadas en cerveza contrastan con la preciosa chica rubia que aprieta los puños para mantener el calor en el desierto de Nevada, que no está sola pero así se siente. Seguir leyendo
Hace mucho tiempo…
30 Abr… en
una galaxia muy, muy lejana un barrio llamado Chamberí, un padre lleva a su dos hijos al Real Cinema de la Plaza de Ópera a ver una película llamada «La Guerra de la Galaxias». Nervios de niño al apagar las luces y una música que jamás olvidarán dan paso a una letras amarillas distorsionadas sobre el espacio que empezaban con un «episodio IV» que los volvió locos durante tiempo pensando que habría pasado antes (google hubiese sido de ayuda en esos tiempos). Luke, Leia, Han, Obi Wan, R2D2, C3PO y Darth Vader llegaron a su imaginación para quedarse para siempre. Era 1977, tenía cinco años y aquí la memoria juega a creer que recuerdo lo que vi, lo que sentí y que salí totalmente encantado con lo que acababa de ver… dejemos a ese pequeño feliz pensando que todo eso pasó como cree ahora.
Pasaron tres años y volvieron los tres juntos al mismo cine para continuar lo que podría acabar convirtiéndose en una tradición. Una espectacular batalla en la nieve fue el preámbulo de todo lo que estaba por venir en «El Imperio Contraataca». Yoda, Lando, Bobba Fett, la espectacular revelación de Darth Vader a Luke quedaron para siempre guardados en ese hueco especial que todos tenemos en la cabeza para este tipo de cosa, pero algo impresionó a estos pequeños por encima de todo: Han Solo congelado en carbonita y el resto de protagonistas con la misión de encontrarle donde quisiese que estuviera. Volverían.
Y llegó 1983 y se estrenó «El Retorno de Jedi». La alegría de estos niños de saber que se iba a estrenar la conclusión chocó de frente con la idea de que está vez tendrían que ir solos, su padre no estaría para llevarles al cine esta vez, la vida te quita cosas. El mayor decidió por los dos que aunque no fuesen al cine de siempre, irían juntos a verla y su madre estaba de acuerdo. El pequeño recuerda como su hermano en un momento determinado le apretó fuerte la mano mientras hacían cola para comprar las entradas, tal vez por la emoción de lo que les esperaba, tal vez para hacérselo más fácil: vieron la película y salieron felices porque los malos habían perdido y el padre había ayudado al hijo a terminar con el Emperador.
Más tarde llegaría la otra trilogía de la que prefiero no opinar…
Y ahora tenemos esta promesa en forma de foto en blanco y negro y me hace ilusión lo que está por venir: imagino a un padre pensando en llevar a su hijo a ver juntos esta película y sentir, por fin, lo que sintió el suyo aquel otoño de 1977 en ese cine de la Plaza de Ópera.
Her: el amor era esto
12 Mar
«I’m lying on the moon
My dear, I’ll be there soon
It’s a quiet starry place
Time’s we’re swallowed up
In space we’re here
A million miles away
There’s things I wish I knew
There’s no thing I’d keep from you
It’s a dark and shiny place
But with you my dear
I’m safe and we’re
A million miles away
We’re lying on the moon
It’s a perfect afternoon
Your shadow follows me all day
Making sure that I’m
Okay and we’re
A million miles away»
En un mundo donde usamos la tecnología para relacionarnos o conseguir relaciones, llega el sistema operativo definitivo que es una relación en si mismo: no es el medio, es el fin (así que olvídate de agobiarte por el doble check o por si está en línea a las tres de la mañana).
Her no es una historia sobre la relación entre un SIRI versión 12.0 y el malo de Gladiator vestido de hipster del futuro, es una historia de Amor que hace que te vengan a la cabeza todas las historias de amor vividas, ya sean presentes o pasadas. Desde el primer momento nadie duda que la chispa pueda saltar entre un tipo triste y su móvil minimalista, entre Theodore y Samantha (imprescindible verla en versión original para disfrutar de la voz de Scarlett Johansson) porque todo fluye como debe fluir, con complicidad, risas, pasión, hombro en el que apoyarte, alguien que te escuche y al que escuchar porque así es la única forma de aprender y disfrutar del viaje que está a punto de comenzar. O continuar el que ya empezaste.
«The past is just a story we tell ourselves»
Wolfie! Wolfie! Wolfie!
23 Ene…
Ni el discurso de William Wallace, ni la arenga de Theoden, ni la motivación de Frank T.J. Mackey, ayer hubiese dejado de lado mi moral y habría amado el dinero por encima de todas las cosas, deseado un Porsche para reventar de envidia al tipo que estuviese a mi lado en un semáforo, hubiese cogido el teléfono y vendido acciones de mierda a quién fuese, lanzado enanos a una diana, saltado encima de mi mesa, consumido cualquier sustancia ilegal que me mantuviese en pie para conseguir otra bendita comisión más, engañado a quién fuese tan estúpido como para confiar en mi, golpeado el pecho como un puto gorila, bailado con strippers hasta caer al suelo con los pantalones por los tobillos, partido un bate de béisbol contra el suelo, comprado trajes de 3.000 dólares, arrancado los botones de la camisa para celebrar que otro imbécil más no sabe que su dinero ahora es mío…
Y no, no me mires así, no me juzgues, estoy totalmente seguro que tú harías lo mismo si tuvieses a Jordan Belfort enfrente y al terminar su discurso gritaríamos juntos: WOLFIE!, WOLFIE!!, WOLFIE!!!, WOLFIE!!!!
Bendito DiCaprio.
De Madriz a la Luna o de la Tierra al cielo
8 Nov«De Madriz al cielo» que decimos los castizos, «De la Tierra a la Luna» que debió decir George Melies al
dirigir crear esa obra de arte de 14 minutos y 12 segundos que es «Viaje a la Luna».
Una exposición en Caixa Forum (Paseo del Prado 36, Madriz) a la que solo queda un mes para despedirse que os va a servir para juntar al niño que lleváis dentro (trasto, que eres un trasto) con el adulto que le apetece una dosis buena de cultura (no olvidéis las gafapastas). Desde que entras hasta que sales (que te va a costar irte, ya te lo digo yo), tus ojos no van a dar a basto con esta sobredosis de ilusión (esa que parece que nos quieren escatimar) e imaginación en forma de cajas mágicas, sombras, proyecciones y sus maravillosas películas llenas de magia (la del cine) y magia (la de mago). Méliès tiene mi curriculum soñado o el que te gustaría para tu tío favorito: cineasta, ilusionista, actor y fabricante de juguetes y una historia digna de un libro (imprescindible por sus ilustraciones) y una película que cada vez que recuerdo me saca una sonrisa que se queda, al menos, un par de minutos.
La combinación perfecta: domingo por la mañana, desayunar un pincho de tortilla rumbo a Atocha, pasar un par de horas en esta exposición con los ojos y la boca abiertos para después tomar una caña o dos en La Fábrica. ¿Alguien duda ahora de lo cerca que están Madriz, el cielo y la Luna?