Madriz. Domingo por la mañana. Otoño. Sol. ¿Apetece un paseo por el Parque del Retiro? No hace falta que respondas, miles de personas ya han contestado por ti, incluida una que se disfraza de ¿Mickey Mouse?. Seguir leyendo
La Castañal: el marisco es el rey
15 Jul
1. f. Comida constituida principalmente por marisco abundante y variado.
Hace años que dejé de lado «las mariscadas»como opción a la hora de comer bien: tal vez el nombre lo relacionaba con lo caro, lo viejuno, aquellos lejanos veranos en Portugal y Galicia, el exceso porque sí o el «y yo más». También he de decir que productos puntuales si que han ido cayendo a lo largo de los meses (con R o sin ella).
Un pelín alejado del puerto de O Grove, en pleno barrio de Tetuán, se encuentra La Castañal (Berruguete 78, Madriz), un restaurante donde el marisco manda y nadie le chista. Un local que no sería la envidia de los instagramers foodies (si ese concepto existe) o los amantes de los pinterestaurantes pero que guarda entre sus paredes un producto de increíble calidad, cocinado por manos expertas y servido por camareros de los de toda la vida, correctos y cautos que no se sueltan hasta que acabas hablando de fútbol a la hora del cierre.
Frente a nuestros ojos desfilaron unas quisquillas salidas del mar o de un box de CrossFit de carne prieta y tamaño considerable, unos percebes de «mírame y no me toques y me comes», unas zamburiñas a la plancha de textura y gusto increíbles, un buey de mar de kilo ochocientos que salta directamente a la primera posición de «cosas más ricas he comido nunca» y unos carabineros que con solo recordarlos se me pone la piel de gallina por su sabor y esas cabeza que concentraba todo el Atlántico y el Cantábrico junto y revuelto. Para rematar una carne por eso de mar y montaña que como cierre resultó estupenda.
Y después de semejante homenaje, me volví a reconciliar con esta comida construida principalmente por marisco, porque en La Castañal, además de abundante y variado, es un auténtico espectáculo.
Fismuler: un nuevo significado para el término comer bien
1 Julfismuler
- Del verbo fismulear.
- Nuevo giro gastronómico de Nino Redruello y Patxi Zumárraga.
- El primo extranjero de esa gran familia formada por La Ancha, Las Tortillas de Gabino y La Gabinoteca.
- Calle Sagasta, 29 (Madriz).
- Local que únicamente por su espacio y diseño hay que conocer.
- Platos que huyen de los fritos para centrarse en el sabor y el producto donde la guarnición siempre es verde.
- Carta cambiante y sorprendente.
- Carta de vinos que rompe con lo habitual.
- Restaurante con platos como la crema fría de tomate que es una bendición con este tiempo, el steak tartar es sencillo, sabroso y picante, las mollejas de ternera glaseada que destierra para siempre la mala fama de la casquería para los no iniciados, sardinas en ensalada ricas, lubina confitada para perder el sentido y un cabecero de ibérico con albaricoques como platazo estrella.
- Comer una versión de la tortilla que le hacía su abuela al cocinero.
- Conseguir que personas que nunca piden postre acaben tomando tres en forma de torrija jugosa, imprescindible tarta de queso para rematar con unas sorprendente y deliciosas fresitas del bosque con crema y chantilly.
- Allí donde el servicio de la mesa es excepcional.
- Los que huyen del «borreguismo».
- Nueva forma de «cenar con música y velas».
- Sitio al que ir y volver.
- Comer bien. Muy bien.
Kitchen 154: zampar, tapear, beber y bailar*
17 JunSus Korean BBQ ribs. Recuerdo perfectamente la primera vez que las probé, ese sabor, la impresionante salsa, su textura, todo ello en un ambiente de cocina callejera, una especie de StreetXO a pie de calle, con cocineros gamberros, musicón de los 80 instalado, en el Mercado de Vallehermoso. Acababa de descubrir Kitchen 154.
Sacha es Sacha
3 Dic¿Obvio? no tanto.
Sacha
El restaurante. Local de la vieja escuela con 16 mesas y lleno hasta la bandera. Servicio amable y atento. Recomendado por los mejores cocineros de esta bendita ciudad y gente de buen comer. Para empezar unas ostras escabechadas que saben a gloria cuya receta se remonta a siglos, unos berberechos ricos que han vivido estupendamente en aguas gallegas junto a sus primas las almejas que también son de nota alta. Seguimos con unas «cocochas a la importancia» que se comen con la manos y no se olvidan jamás, un jurel que de elegante parece una merluza de pincho pero con menos aires. Seguimos con unos níscalos con patatas y salsa de mantequilla que me hacen reconciliarme con la seta que menos me gusta y enfilamos la recta final con redoble de tambores: «tortilla vaga» de boletus y papada ibérica que reconforta el espíritu y alma, steak tartar que nada tiene que ver con ninguno de los probados anteriormente y que es un delito y la traca final, en forma de tuétano acompañado de solomillo (y no, no es una errata) que es untuoso, sabroso, delicioso y que para nuestra tristeza se acaba muy pronto. Para rebajar, una tarta que bautizan como dispersa y que es el contrapunto perfecto a tanta cosa rica, con lascas de queso y un sabor que te reconcilia con la humanidad.
Sacha
La Tasquería: casquería muy bien servida
19 Jun Me gusta la casquería mucho, pero mucho mucho: los callos (de mi suegra, de la abuela de mi amigo Alberto o de la Ancha), la oreja (El Perchas de Logroño era un imprescindible), el morro, la careta… y podría seguir así un rato. Puede que una vez llegados a este punto, decidas que este post no va contigo, que esas cosas gelatinosas con salsa espesa no son para ti, espera un poco a ver si te convenzo porque puede que haya un sitio donde la veas con otros ojos y te dejes llevar para descubrir todo lo que te estabas perdiendo, se trata de La Tasquería (Duque de Sesto 38, Madriz) el sitio donde los apasionados disfrutamos y los que no lo son, se convierten.
Antes de pedir:
Llegamos allí un sábado antes de las dos de la tarde sin reserva: una pareja con un carrito. Sabíamos que podría ser complicado pero lo intentamos, uno de los camareros nos buscó un sitio donde estar cómodos los tres y se lo agradecimos. Al rato un mensaje de unos amigos nos dice que se apuntan con su hija así que informamos al camarero y nos busca una mesa donde entrar todos, de paso le decimos que por favor espere para tomar nota a que estemos todos: una estupenda sonrisa y un «sin problema» fue su respuesta.
Parece que iba acercando la hora de pedir cuando ¡sorpresa! otra amiga se apunta, así que necesitamos una silla más y esperar. Otro de los camareros nos comenta que de acuerdo. Respiramos tranquilos.
La situación parecía controlada hasta que de nuevo una llamada de otra pareja nos confirma que van también para allí. Ya no sabemos donde meternos mientras nos esperan para pedir la comanda «vamos a ser dos más» decimos casi en voz baja mientras me hago pequeñito, como respuesta, otra sonrisa conciliadora y una mesa más a nuestro lado para entrar todos.
Llegaron las dos últimas personas (ultimas de verdad), por fin estábamos todos sentados y no nos lo podiamos creer (me da a mi que ellos tampoco). Una vez nos tomaron nota, todo fue agradecimientos hacia ellos y su ENORME PACIENCIA. Si ahora la comida estaba buena, nos habían ganado para siempre…
Después de pedir: …
Y así fue. Empezamos con las croquetas de ropa vieja, diferentes y cremosas, después el sandwich de carrillera potente y sabroso para seguir con las alitas para chuparte los dedos repetidas veces, continuar con la tarrina de foie intensa, después las alcachofas con crema de foie (pausa dramática) increíbles con una textura que te hacía llorar y un sabor de ponerte los ojos del revés, llegaron después las mollejas de cordero que alcanzaban su punto óptimo al mezclarse con el huevo a baja temperatura, las crestas de gallo con langostino con ese punto picante que te da la vida y para rematar… (esto merece su propio espacio), los callos.
Los callos, la piedra de toque de cualquier amante de la casquería, odiados por muchos y admirados por otros que así tocamos a más, ese plato que necesita tener un trozo de pan como imprescindible escudero, que te deja los dedos pringosos como un Spider-Man aficionado, que rebañas como si no hubiese mañana, conclusión: no podían faltar. Nos dicen que están numerados del 1 al 5 respecto al picante y solo con eso, casi me hacen llorar de alegría, para los menos atrevidos pedimos un 1 y para los expertos un 4 y entonces llegaron… aquí empieza una ovación cerrada de esas que el público se pone en pié y mira a su alrededor alucinado pensando que ya lo había probado todo, pero no es así, esa salsa ligera a la vista que una vez metes el pan se convierte en densa, untuosa, rica, deliciosa a la que añades un poco de esa carne gelatinosa y tu paladar explota ¿de lo mejores callos de Madriz? lo afirmo.
Y una vez terminamos, con un par de advenedizos de la casquería convertidos por obra y arte de Javi Estévez y su equipo, nos fuimos los nueve de paseo por el Retiro. Madriz sigue su romance con la casquería.
¿Con quién ir? Amantes de la casquería y aquellos que no los son pero no les importa darla una oportunidad. ¿por cuánto? entre 30 y 40 euros.
Lakasa: a la segunda vencieron
13 MayDicen que la primera impresión es la que cuenta, menos mal que no me hice caso.
Debo de reconocer que la primera visita que hicimos a Lakasa (Raimundo Fernández Villaverde 26, Madriz) no fue lo esperado, tal vez leímos mucho sobre ese local que no llevaba mucho abierto y del que todo el mundo hablaba maravillas y fuimos hipermotivados (eso que llaman un hype) y es bastante posible que nuestra elección de los platos no fuese la adecuada, que los astros se alineasen malamente o vete tú a saber que, pero salimos bastantes tibios del sitio ¿eso era todo?, y ahí lo dejamos. Seguir leyendo
El Escaparate: honestidad brutal
27 FebPuede que pases al lado El Escaparate (María Panés 6, Madriz) y no te des ni cuenta de lo que ahí dentro se esconde: pocas mesas, no abre los fines de semana y para las cenas es necesario reservar antes.
¡De 10! : bienvenidos a casa
16 DicLo de pedir hamburguesas se había convertido en una suma de pequeños desastres a cada cual mayor. Tres intentos y en todos los casos resultado fallido. El primero consistió en transportarla desde un local que nos pilla relativamente cerca de casa andando, pero por el camino todo decidió perder calor de forma uniforme y a la hora de comerlas el resultado dejó mucho que desear.
Visto lo visto, en el segundo intento confiamos en una cadena que presume de servicio a domicilio y lo que nos llegó a casa poco o nada se parecía a lo prometido: muestra de lechuga, tomate de referencia y una hamburguesa que parecía haberse dejado caer desde un tercer piso junto a unos aros de cebolla que creo recordar que se podían hacer globos con ellos.
Y la tercera fue la más decepcionante, un pedido a una de nuestras hamburgueserías favoritas a través de una de esas aplicaciones que presumen de llevarte la comida a casa y lo único que consiguieron es que un pedido realizado a las 21:45 llegase a las 00:00 en un estado lamentable tras miles de excusas y ninguna solución. Visto lo visto, lo de comer hamburguesa a domicilio se había convertido en un imposible…
… hasta que se nos ocurrió probar ¡De 10! (C/ Gonzalo de Córdoba 5, Madriz). Buenas críticas leídas, una amplia variedad de hamburguesas con tres tipos de carnes, perritos de esos que dicen «cómeme» y entrantes apetecibles fueron el reclamo, aunque éramos muy conscientes de la diferencia existente entre comer una rica hamburguesa en el local y su versión terrible en casa (Jekyll y Hyde con semillas de sésamo). Descolgamos el teléfono y cruzamos los dedos deseando que esta vez fuese la buena.
El resultado fue un pedido que llegó puntual, unas hamburguesa con aspecto inmejorable y unos aros de cebolla que nos miraban a los ojitos y que una vez probados, nos hicieron llorar de alegría: estaban calentitos y crujientes. La primera prueba había sido un éxito así que picamos las patatas gajo con idéntico resultado: ¡ricas!. Una vez superados los dos primeros obstáculos con nota alta, procedimos a dar el primer mordisco a la perfecta hamburguesa y nuestras papilas gustativas hicieron la ola: buena temperatura, punto excelente y sabor rico, ese ¡de 10! era más que merecido. Está claro que han dado con la tecla para que sus pedidos viajen por las calles de Madriz y lleguen a casa con la sensación de que el viaje les ha afectado más bien poco, adiós al jet lag gastronómico.
Desde aquella noche, bienvenidas sean sus hamburguesas a nuestra casa.
¿Con quién ir? no hace falta, vienen a casa. ¿por cuánto? de 15 a 25 euros y con ofertas variadas en sus redes sociales que incluye cerveza gratis si las utilizas para reservar. Así sí.
Yakitoro: el más listo de su clase
4 SepEn un Madrid donde cada vez hay más sitios donde comer a muy alto nivel y un precio en consonancia (con mucho bluf bendecido inexplicablemente por la red), se podía esperar que Alberto Chicote tirase por ahí y no: ese ha sido su primer acierto. Seguir leyendo