Dos niñas, una marroquí y otra española, hace cinco minutos no se conocían de nada. La primera llega cuando la segunda está plácidamente pintando con su pequeño universo perfectamente organizado. Durante unos minutos que para un adulto podrían ser horas, las dos permanecen en silencio hasta que algo tan universal como dibujar en un papel acaba siendo el punto de conexión de ambas que sin estridencias ni palabras grandilocuentes comparten para hacer más divertido el momento. Con colores, ideas, flores, coronas, varitas y conversaciones entre las dos la mañana transcurre plácidamente.
Y después no hacemos mayores y tontos