La calle Ponzano es una referencia para el aperitivo en Chamberí, donde existe desde hace años una sana rivalidad entre quién tira mejor las cañas ¿el Fide o el Doble? (siempre me ha recordado a Cheers VS El bar de Gary), sitios para tapear de toda la vida y locales que cambian de dueños cada cierto tiempo porque aquí la costumbre es la costumbre y «los nuevos» son escrutados con lupa. En semejante nivel de exigencia llegó hace unos meses Sala de Despiece para quedarse.
Lo primero que llama la atención es su fachada iluminada y su interior muy diferente al resto de locales de la zona: cajas de poliespan en las paredes y techo, una barra que está preparada para ser compartida entre lo que allí se puede pedir y los que vienen a consumirlo, un bar convertido en mercado o tal vez al revés. La carta a modo de albarán es su punto fuerte, muy variada, escrita a mano con lo que hay ese día, cómo se prepara, cantidad y precio para que nadie se lleve un disgusto y tenga muchas alegrías.
Lo que está claro es que no es para tomar una cañita y marchar, una vez dentro habrá que pedir, por ejemplo sus piparras (Navarra), Atún Plancha (Almadraba) o su solomillo tártaro (La Finca) que rematas con tus propias manitas y dejar para más adelante sus mollejas o navajas. Sus camareros son más que agradables y si te sientas al fondo puedes disfrutar de cómo van preparando las diferentes comandas.
En un barrio que presume de ser de toda la vida hay novedades que merecen la pena: Sala de Despiece es el bar donde irán los hijos de los que van al Fide o los que como nosotros, tenemos la suerte de movernos entre ambos mundos. Bienvenidos al barrio.
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