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Vuelve el viaje de ida que apetece, las maletas llenas de posibilidades, los bañadores como fondo de armario.
Vuelven las siestas con las persianas dejando entrar un poco de luz, los sonidos al fondo de niños chapoteando, el despertar atontado pero con ganas de pisar la calle.
Vuelve el salmorejo como plato del día, el steak tartar como homenaje, el espeto como aperitivo, el atún rojo de Barbate en sus miles de formas.
Vuelve el amanecer sin prisas, el mediodía sin planes, el atardecer con cerveza y concierto al fondo.
Vuelve la arena pegada, los mosquitos enamorados de uno, el cuerpo a 50 grados.
Vuelve la piel tostada, guapear sin esforzarse, las risas que provocan sonrisas, la mirada tranquila del que no tiene prisa.
Vuelve el reloj al cajón, las prisas al desván, septiembre tendrá que esperar.
Vuelve «el me quedaría aquí a vivir», «me dejé el móvil en el hotel», «pedimos algo más que no hay prisa por volver».
Vuelves tú en tu mejor versión, vuelves a desear quedarte así el mayor tiempo posible.
Vuelve el verano, nosotros nos vamos.